Entrevista con Lila Foster. Una puerta abierta al Brasil
Lila Foster, curadora e investigadora brasileña invitada en la quinta edición del (S8), ha sido una pieza fundamental en la elaboración del especial Brasil de la sexta edición. Desde allí nos contesta esta entrevista, en la que podremos conocer un poco más a fondo el proceso de selección de la programación, y la fascinante actividad de esta profesional dentro de la investigación y difusión del cine en Brasil.
¿Cómo describirías la escena de cine experimental en Brasil a día de hoy? ¿Hay mucho movimiento en la creación y exhibición de este tipo de cine en Brasil?
Para pensar en la escena experimental primero tendría que definir cómo se se manifiesta el cine experimental en Brasil, difícil labor a la que me voy a arriesgar aquí. Percibo dos movimientos. Tomando como perspectiva el cine experimental como aquel que piensa formas alternativas de producción, que subvierte el lenguaje y los géneros cinematográficos y, muchas veces, es un cine comprometido políticamente, existe un movimiento muy rico de investigación del lenguaje documental, un campo de creación que el uso de las cámaras digitales ha abierto. Un espacio que ya fue ocupado por la ficción en otros momentos de la historia del cine brasileño, y que considero es la tradición más fuerte que tenemos de cine experimental en Brasil. Si pensáramos el cine experimental desde la perspectiva del arte de vanguardia, el cine de artista y la búsqueda formal, existe un movimiento de creación muy rico en la escena actual pero tal vez un poco más disperso. Con la alteración del estatus del cine hecho en formatos analógicos, que ahora se ha convertido casi en un instrumento de creación artesana, ese cine experimental también está marcado por el uso del analógico.
En términos de exhibición, el Brasil tiene un circuito de festivales muy rico. Algunos de ellos valorizan la diversidad de propuestas estéticas y lo que yo llamaría cine alternativo, un cine producido de forma independiente, como es el caso de la Mostra de Tiradentes y de la Mostra do Filme Livre. Adoptando el cine experimental como criterio curatorial de forma más específica tenemos el Fronteira, que este año celebra su segunda edición, y otros festivales y muestras más tradicionales (en el sentido de que son festivales que ya acumulan varias ediciones) que organizan sesiones deicadas al tema. Citaría el Janela Internacional de Cinema de Recife y el Festival Internacional de Curtas como espacios muy importantes. El Curta 8, que incentiva la producción de películas en Super 8 con las oficinas de Tomada Única y la competición nacional, también atrae a muchos artistas experimentales, un festival que acaba mezclando el incentivo a la creación y a la exhibición de películas experimentales, además de las sesiones históricas dedicadas a la historia del Super 8 en Brasil. Grupos que trabajan con Super 8 y 16mm, y que incluso revelan sus propias películas, comienzan a surgir también, como es el caso del proyecto Labarca en Florianópolis y del colectivo Mau Mau en Recife.
A la hora de recomendar autores o películas al (S8), ¿que criterio seguiste? ¿Cómo se «entra» al cine experimental brasileño?
Cuando participé en el (S8) el año pasado percibí que la perspectiva curatorial del festival dialogaba más con esa segunda vertiente del cine experimental que expuse antes, algo que es de entrada más disperso. El (S8) también propone que el cine sea vivido más allá de lo que se expone en la pantalla, es importante la experiencia sensorial de las proyecciones analógicas y de las film performances. Partí entonces de películas que había visto en los últimos años en lugares diferentes y que proponían esa misma relación con el cine. Fue el caso del cine hecho por Distruktur. Tuve la suerte de hacer un curso de revelado con Melissa y Gustavo durante el Janela Internacional de Cinema en 2011 y de ver su propuesta de cine expandido en el Paço das Artes en São Paulo. Priscyla Bettim y Renato Coelho participaron en el Curta 8, sus films son experimentos en Super 8 sobre artistas radicales/experimentales, como el poeta Roberto Piva y el cineasta Luiz Rosemberg Filho. También estuve atenta a los artistas y cortometrajistas que trabajaban en Super 8 como Ana Vaz, brasiliense (de la ciudad de Brasilia) como yo, que usa la ciudad como escenario de sus films. Es curioso ver como esos films dialogan con la sesión de archivos históricos que propuse, esa entrada en el cine experimental brasileño también pasa por mis obsesiones.
Además de haber trabajado en la Cinemateca y de programar en festivales como el de Curitiba, participas en la Asociación Casa de Lava. Puedes contarnos algo sobre los proyectos que tenéis?
La financiación de la cultura en Brasil es un proceso muy burocratizado. Incluso, para trabajar en instituciones públicas muchas veces necesitamos lo que aquí se llama “persona jurídica”. La Casa de Lava, que administro junto con Fábio Kawano, archivista y cinéfilo apasionado por el cine portugués como yo, surgió un poco en ese contexto, para dar continuidad a nuestro trabajo cotidiano como archivistas y productores. Poco a poco vamos pensando en proyectos más colectivos. Este año haremos, junto con el (S8), una muestra dedicada al cine contemporáneo español con el apoyo de Acción Cultural Española A/CE en dos cinematecas brasileñas. También queremos crear la estructura de un laboratorio creativo de producción y revelado de película de cine, algo que ya hemos hecho informalmente, aunque en Brasil existe una demanda muy grande de un espacio de ese tipo.
Como investigadora, además, trabajas en una tesis sobre cine amateur, ¿nos puedes contar más sobre ese tema?
Mi investigación sobre cine amateur empezó cuando trabajaba en la Cinemateca Brasileira, donde tuve contacto con el acervo de films domésticos (películas familiares) de la institución. Era un universo absolutamente encantador para mí, por lo que decidí hacer una maestría dedicada al tema. Como es un asunto muy poco explorado en la historiografía de cine brasileño, los descubrimientos de la maestría no hicieron más que aumentar mi necesidad de profundizar en el universo del cine amateur. Entonces seguí con un doctorado enfocado en la creación, a partir de los años 20, de asociaciones amateur, lo que llamo de cine amateur institucional. El espacio temporal que investigo va hasta finales de los años 50 y mi expectativa era descubrir o identificar movimientos más experimentales dentro de ese universo del amateurismo. Sin embargo, tras años de investigación, pienso que es un universo bastante conservador. Ese escenario se altera en los años 60 con el nacimiento de nuevos festivales de cine amateur. Esa sería la tercera fase de mi investigación, que quiero desarrollar en el futuro.