Aldo Tambellini Space Is the Place
Por Helena Girón y Samuel M. Delgado

Desde la distancia, con la pátina del tiempo, todo parecía un relato mitológico. Una confluencia de referentes que, más que un final, era un punto de partida. Durante mucho tiempo antes de nuestro viaje las lecturas y conversaciones siempre terminaban allí: Nueva York, 1960. Un mundo mágico en el que convivían músicos de free jazz, cineastas experimentales y artistas plásticos, todos ellos creando desde la máxima de una libertad radical. El foco principal de todo esto era el Lower East Side, que en esa época era uno de los barrios populares y desfavorecidos de la ciudad. Aldo Tambellini ya no está allí. Dejó Nueva York en a mediados de los setenta dando por terminada su relación con esta ciudad de la que formó parte.

La trayectoria de Tambellini está acompañada tanto del correlato de la gentrificación como del de la asimilación del cine experimental por las instituciones museísticas. Su obra está íntimamente ligada al undeground de su época. Antes de conocer a Aldo comenzamos a pasear por las calles del barrio en la actualidad. En esas calles no había ni rastro de lo que fue en otro tiempo. Pero la deriva siempre recompensa. Cruzamos el barrio sin rumbo alguno, con la mera intención de perdernos lo antes posible. En muy poco tiempo lo estábamos consiguiendo, ya no podíamos orientarnos. En un instante el sonido cambió. El silencio de las tiendas de ropa, galerías y cafeterías desapareció para dar paso a música caribeña, voces dominicanas, puertorriqueñas… Y ahí estaban, un poco más alejados pero ahí estaban los vecinos de Tambellini.

Siempre he estado en contra de los límites establecidos sobre mí por la sociedad, el sistema político, cultural… Este pensamiento vino muy pronto en mi vida al negarme a seguir la corriente fascista que me hubiese lavado el cerebro para abrazar al fascismo/ la conformidad del mundo del arte/ las delimitaciones raciales.

[…] Empecé a sentir las restricciones que había en mis pinturas. […] Para prosperar con con la pintura, el artista aún depende de una galería, un crítico, un establishment que lo acepte, lo bendiga y difunda su trabajo. Fue entonces cuando comencé a pintar diapositivas de cristal y a proyectarlas desde mi edificio sobre el edificio de enfrente en el Lower East Side de Nueva York. Había cierta libertad en ver mis nuevas “pinturas” más grandes que cualquier lienzo. Podía pintar y proyectarlas para que el mundo las viera sin la aceptación de un crítico, sin la bendición del establishment del arte, sin las tan odiadas restricciones impuestas al artista. […]
Pensamientos de libertad. 1967. Aldo Tambellini

Nació entre dos eclipses lunares, también entre dos guerras mundiales. El cosmos y sus experiencias vividas durante y tras la segunda guerra mundial atraviesan toda su obra. También estaba fuertemente influenciado por el “espacialismo” de Fontana y el “Zero Group” alemán del que formaba parte Otto Piene, con quien compartía una gran amistad que daría como fruto la apertura del Black Gate, un espacio para la experimentación en la parte superior de The Gate Theater, la sala de Aldo y Elsa Tambellini. The Gate Theater abrió sus puertas con un acto de protesta: la celebración del New Visions Festival en septiembre de 1966 como respuesta a la cuarta edición del New York Film Festival del que los cineastas eran excluidos por la forma y contenido de sus películas. Hay que recordar que la censura venía de largo en los EEUU y que implicaba incluso hasta los laboratorios, que en su momento llegaron a colaborar en la eliminación de películas de contenido supuestamente “obsceno”. Bien conocido es el caso de la destrucción por parte de Kodak de una de las películas que Kenneth Anger hizo en colaboración con Stan Brakhage y Jess Collins en 1954. Pero los sesenta tampoco se quedaban atrás. José Soltero, quemó una bandera de los Estados Unidos en protesta por la guerra de Vietnam en una performance llamada LBJ en uno de los teatros independientes más famosos del Lower llamado The Bridge a principios de 1966. Elsa Tambellini era la directora artística de esta performance y también se encargaba de mucha de la programación de este lugar. Años atrás, en este mismo espacio, la policía había confiscado Flaming Creatures de Jack Smith y mandado a Jonas Mekas a prisión. Dado su conocido historial, The Bridge decidió cerrar sus puertas durante un tiempo por miedo a posibles represalias. Este cierre fue uno de los motivos por los que abrió The Gate Theater. Todo esto sucedía al mismo tiempo que Aldo realiza sus Black Film Series.

Comencé a recolectar colas de películas japonesas, archivo y descartes. Un amigo cineasta, José Soltero, me vendió su Bolex por tan sólo 300$ y comencé a filmar. Tras interminables horas de edición, visionado y reedición, habían nacido una serie de películas que eran “experiencias sensoriales”. Mis películas se convirtieron en pinturas en movimiento.
Conversación con Aldo Tambellini.
15 de octubre de 2016. Cambridge (Massachusetts)

Lejos de allí, en Cambridge, el encuentro con Aldo se convierte en otra puerta a ese tiempo que ya no hayamos mítico pero sí indudablemente intenso. “Fuera del teatro, junto a la entrada, había un muro en el que hacíamos un gran collage con las películas que iban a ser proyectadas ese mes. Cada semana cambiábamos la programación que podía ser una compilación de películas muy diferentes como las de los Kuchar Brothers, Stan Vanderbeek, gente de la costa oeste como Bruce Conner que me gusta especialmente… También cine experimental japonés. Taka (Takahiko Limura) vivía sólo a unos bloques de mi casa y solía ir mucho a Japón, en donde proyectaba películas de amigos de Nueva York, y volvía con un montón de películas japonesas que proyectábamos en el Gate.”

Su obra es lo que queda de todo aquello. En ella está la búsqueda de experiencia, la rabia y la potencia.
Aldo Tambellini. Programa 1. Mañana jueves 1 de junio a las 19.10 h. en la Sala (S8) PALEXCO.
Programa 2. Sábado 3 de junio a las 20 h. en el CGAI.
Performance Moondial. Sábado 3 de junio a las 23 h. en la Fundación Luis Seoane.
Instalación Atlantic in Brooklyn. Fundación Luis Seoane.