Sinais en curto. Tierra fértil

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Cada año el (S8) se propone no pasar por alto las “sinais” del cine gallego, reuniendo y programando en esta selección de Sinais en curto las películas más afines al espíritu del festival, cuya diversidad habla de las muchas formas que puede adoptar el talento creativo. La unión y la falta de restricciones sin duda fomentan que estos talentos florezcan, y es por eso que una iniciativa reciente, el Chanfaina Lab de Manolo González, se ha convertido en auténtico semillero de algunas de las propuestas más interesantes que aquí se recogen. Un proyecto que congrega a un grupo de cineastas para realizar una película en un entorno –San Sadurniño–, auténtica invitación al juego que activa soluciones y estrategias que dan de sí piezas diversas. Bebiendo de la fuerza ancestral del rural, y conectando con ella a través de las cualidades de la película fotoquímica, encontramos Toxos e flores, de Lucía Vilela, y O tempo da mazá, de Miguel Mariño. La primera, descomponiendo y recomponiendo los elementos primarios del paisaje en sus colores, luces, sobras y formas –esos troncos y flores a los que alude el título– a través del uso de la filmación fotograma a fotograma en super 8 o de los planos pausados. Mariño, por su parte, reflexiona sobre los ciclos de la vida equiparándolos a los de la naturaleza y las estaciones, filmando a tres generaciones de mujeres en la temporada de manzana, para luego manipular la película de 16mm a través del revelado artesanal, la copia por contacto y las solarizaciones, procesos orgánicos como lo que la película retrata.

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También utiliza el 16mm Alberte Branco, “Bertitxi”, bien conocido como director de fotografía, solo que su incursión se sumerge en las aguas de una etnografía experimental que propone trazar un mapa de San Sadurniño a través de los lugares sentimentalmente significativos para sus vecinos. Trazos es así un mapa físico y emocional comouesto a través de los rostros, las voces y los paisajes de la gente. Sentimental es también el recorrido que hace Natalia Porca, joven valor que despunta, y que recorre con sinceridad nostálgica tres casas del concello ligadas a su historia personal, utilizando como hilo conductor una narración en primera persona, puntuada por un puñado de fotos. La memoria y sus fantasmas son el hilo de Homes, de Diana Toucedo, pero virando de la nostalgia a un interesante –conceptual y formalmente– estudio de género, en el que las vidas no del todo vividas, no inscritas en la historia, de las mujeres que se quedan en casa son las protagonistas, fantasmas que habitan el film. Demarcando ya el límite de San Sadurniño en esta selección, está la misteriosa y evocadora pieza de Mar García, Beleza do Verán, marcada por un fascinante uso de las sombras. Una alegoría de momentos y sensaciones inasibles, de lo que ya se fue pero sigue vivo, que utiliza como ruptura y catalizador un breve plano casi valdelomariano.

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Esta última pieza sugiere un historia que conecta, en su hilazón narrativa, con otros dos relatos experimentales dentro de la sesión. Por un lado, el de Jeanette, del reconocido director de Vikingland, Xurxo Chirro, que a través de una serie de primeros planos de una adolescente –hermosa y cuidadosamente construidos– relata las tribulaciones propias de la edad, y traza sutilmente una historia iniciática girando el foco de lo evidente para volverlo al interior de su protagonista. Un rostro ensimismado, insondable, y, que, sin embargo, dice más de lo que calla. Otro relato apenas sugerido es el que consigue Borja Santomé en Historia Cerebro. Una animación en mutación constante –con reminiscencias a la de William Kentridge–, tinta sobre acetato cuyas cualidades Santomé utiliza con imaginación y habilidad, explotando las propias cualidades acuosas del material en un film bañado por la lluvia y el mar. Un crispado y afilado relato policíaco en blanco y negro de plasticidad apabullante, que cierra, además, esta selección.

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Finalmente, y en una vertiente de clara vocación formal, Gonzalo E. Veloso explora los engañosos caminos de la memoria y sus fabulaciones en Subida ao cerro, utilizando como estrategia la sobreimpresión múltiple del vídeo. Una imagen que pertenece a la propia historia emocional del autor que se desdobla en múltiples imágenes, en un retrato de la inaprensibilidad de lo que se revive a través del recuerdo.

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