Locales y visitantes. Encargos y obras de artistas en residencia en el LIFT
La Liaison of Independent Filmmakers of Toronto (LIFT) celebra en 2016 sus 35 años, en los que ha sido uno de las principales centros de producción y creación de cine sin ánimo de lucro del mundo. Nació como una cooperativa a principios de los 80, con el objetivo de apoyar a los cineastas de Toronto y desarrollar una escena local sólida, y se ha expandido a lo largo de los años para brindar acceso a los cineastas a una variada oferta de equipos, talleres de formación y apoyos a la producción. Aunque el LIFT siempre ha apoyado tanto al cine narrativo como al experimental y al documental, siempre destacó frente a las otras dos cooperativas de vídeo locales por apoyar principalmente trabajos hechos en soporte fílmico. Los últimos 10 años, el LIFT sabiamente ha dado la bienvenida a la tecnología digital, además de como medio de producción primario, como una herramienta en el flujo de trabajo con cine analógico que sigue haciendo posible el trabajo en celuloide. El LIFT continuó apoyando el trabajo en celuloide al mismo tiempo que invertía en nuevas herramientas digitales. Esta pasión por lo analógico ha hecho que el LIFT estuviese bien equipado de cara a este renacer del cine en celuloide que se ha producido en la última década.
El programa que presento este junio en el (S8) es solo una pequeña parte de las películas que han salido de entre los encargos del LIFT, sus programas de asesoría y su programa de artistas en residencia, en constante crecimiento. Se podrían haber seleccionado muchas otras películas en su lugar, eso sin mencionar que nuestros miembros producen alrededor de 1000 proyectos de diversas clases cada año. Sin embargo, lo que sí demuestran estos films es la gama de posibilidades de trabajo con cine analógico disponible en el LIFT, con énfasis en la práctica experimental.
Yo mismo he sido miembro del LIFT desde 1999, mucho antes de incorporarme a su equipo en 2013, y he hecho muchas películas en sus instalaciones. Towards a Vanishing Point, incluida en el programa a petición de la organización del (S8), fue uno de los 30 films encargados a 30 cineastas para celebrar el 30 aniversario del LIFT en 2011. El único requisito del encargo era que parte de la película tenía que tener el super 8 como punto de partida. En el programa hay otras tres películas de esa serie de encargos. El cineasta de super 8 local John Porter, autor de 300 películas desde 1968, convirtió el encargo literalmente en una residencia en su película Light Sleeper, durmiendo en un aula del LIFT durante diez horas y grabándolo en time lapse con 4 cámaras diferentes (la versión que veremos en el (S8) es su ángulo favorito). A Minimal Difference llevó a JP Kelly a trabajar con la cámara rostrum del LIFT, haciendo una animación en super 8. Al darle acceso al trabajo con película, este proceso se convirtió en el comienzo de una nueva dirección en su trabajo –una que involucra su interés en la música visual de Oskar Fischinger, y la abstracción política y visual. the tide goes in, the tide goes out, de Larissa Fan, fue hecha con la JK optical printer del LIFT y revelada a mano en el cuarto oscuro que hay bajo el hall –Fan trazó un movimiento de ida y vuelta a través de las instalaciones del LIFT que sigue un camino muy transitado por muchos de nuestros cineastas practicantes de las artes analógicas.
Durante una docena de años, el LIFT ha estado trabajando en colaboración con el ImagineNative Film + Media Arts Festival con una asesoría que apoya a un cineasta indígena emergente durante el proceso de hacer un film –rodando en 16mm y transfiriendo a digital. Las películas que han salido de ahí se mueven desde la animación al trabajo narrativo o experimental, y han conseguido en consecuencia una sólida carrera en el circuito de festivales, probablemente también debido al interés creciente en el audiovisual indígena. Estuary, de Tyler Hagan, que muestro en parte en homenaje a la Ría da Coruña, tiene lugar en el río Fraser, el río más largo de la costa oeste de Canadá. El film es una bella incursión en su interés en las múltiples historias tras el paisaje –ambiental, indígena y contemporáneo– y habla con elocuencia del sólido lenguaje visual que se abre paso a través de su práctica artística.
Nuestro programa de residencias internacionales, que lleva funcionando 15 años, ha brindado apoyo a docenas de artistas de todo el mundo a lo largo de estos años. Esta selección de cinco películas es apenas un vistazo rápido a este trabajo (dos invitados del (S8) de este año —Nicky Hamlyn y Martha Colburn— han sido residentes del LIFT). Sami van Ingen fue uno de los primeros en venir, estableciendo una larga colaboración con el cineasta de Toronto Phil Hoffman. Su película The Sequent of Hanna Avenue (2006) fue una experiencia pionera (para el LIFT) en lo que se refiere a la exploración de las posibilidades de hibridar lo digital y lo analógico, en la que van Ingen escaneó el material original para luego volver a imprimirlo en 35mm –un proceso que se convirtió en algo más frecuente los años venideros. Muchos cineastas emplean su tiempo en el LIFT en explorar procesos que no necesariamente se plasman en un film terminado. Tomonari Nishikawa usó su residencia en 2011 de ese modo. 45 7 Broadway (2013), aunque técnicamente no fue hecha en el LIFT, fue una consecuencia de los numerosos experimentos que Nishikawa llevó a nuestras instalaciones durante su estancia –en este caso las hermosas posibilidades de la separación de colores. Dirk de Bruyn también vino con numerosos proyectos bajo el brazo –tomados de un archivo de trabajo de casi cuarenta años– y uso muchas de nuestras instalaciones para llevarlos a cabo —la maravillosa East Meets West (2014) muestra nuestra preciada Oxberry 1700 Optical Printer, que ha servido a muchos artistas locales y visitantes a lo largo de los últimos diez años (y que fue usada recientemente por el cineasta John Price para hacer copias nuevas de sus Sea Series # 14, # 19, # 20 especialmente para este festival). Chevelle, de Kevin Jerome Everson, continua la investigación de Everson en torno a la relación entre la industria del automóvil y la cultura afroamericana –esta vez el coche que da nombre a la película es reducido a una nueva forma escultural en un desguace a pocos kilómetros de la autopista 400 de Toronto. Fugue (2015), de Kerstin Schroedinger, es el último film terminado en el LIFT por un artista visitante, un emocionante reto técnico tanto para la artista como para el departamento técnico del LIFT –dar con un método para capturar el movimiento de la luz para luego traducir ese movimiento a una banda sonora. El brainstorming y las pruebas que tuvieron lugar en el LIFT y todo lo que hay detrás del proceso de esta hibridación de lo digital con lo analógico del proyecto dieron como resultado un film espectacular, que pienso dice mucho de la inyección de creatividad que trabajar con artistas locales e internacionales trae a nuestra organización prácticamente a diario.
Chris Kennedy