Punta de lanza por Xurxo González
Hace tiempo que llevo rumiando sobre la situación actual del audiovisual en Galicia, no la del audiovisual industrial, claro está, sino la del más renovado, la verdadera locomotora que empuja por contrariar la inercia apocada del audiovisual establecido y convencional. Ahora con este texto espero poner en orden mis pensamientos y comenzar a sacar algunas conclusiones. Sé que estoy tratando un tema en el que apenas hay distancia histórica, pero creo que ya hay los suficientes indicios para intentar una sistematización de lo que ha sucedido recientemente en el audiovisual gallego.
Antes de nada me gustaría aclarar que hablar de audiovisual gallego trae consiguo una gran cantidad de disquisiciones ontológicas. Unas inquietudes que si años atrás eran de dudas ahora son certezas y que si en el pasado era hacer un inventario voluntarioso ahora posée cierto matiz expansivo y globalizador acorde con el rumbo de la disciplina dentro del panorama internacional. Pero mi intención es hacer un zoom de aproximación dentro del audiovisual gallego y fijarme ya no solo en las propuestas no secundadas por la industria, sino, que, dentro de estas, profundizar en las tendencias más radicales, en los creadores “más periféricos” que constituyen la verdadera “punta de lanza” de la que, de una vez por todas, el audiovisual gallego tendría que empezar a hacer obstentación.
Y vuelvo a hacer otro «retranqueo». Hablo de “audiovisual” por que es lo que me da menos reparo emplear porque creo que es lo que mejor se adapta a tods lo que está sucediendo dentro del amplio abanico de tecnologías que se sirven de la imágen en movimiento. Está claro que hablar de cine es recurrir al áurea de la tradición y de lo artístico, pero la deriva imparable magnético-digital me hace incomprensible la «morriña» por el celuloide. Y sí, fue la cacareada “democratización de los medios de producción” lo que motivó que aparecieran alternativas al sucesivo agotamiento generacional que caracteriza cíclicamente el devenir del audiovisual gallego. Una historia que ha dado episodios reseñables como la Videocreación de los 80 o los trabajos de la EIS en los 90, pero que fueron hitos sin continuidad y que anunciaban la “claudicación” de una manera conservadora de “pensar el cine”.
Ahora se vuelve a tener otra cumbre en la creación audiovisual gallega sobre todo debido ao empuje desde, la frágil pero intensa, Axencia Audiovisual Galega. Aí aparecieron nuevos nombes llamados a servir de alternativa a los que entonces malgastaban una y otra vez sus oportunidades en producciones hirientes. Pero, vuelvo a hacer otro giro en la trama, y mi interés en distinguir entre los nuevos nombres a aquellos que sirven de baluarte a favor de detectar las ondas del futuro. Otras miradas, otros cines de gente que tienen la necesidad de expresarse en el medio audiovisual sin servilismos ni rendiciones. Y es de esto de lo que quiero hablar.
Esta vanguardia del audiovisual gallego viene derivada por gente que posée una trayectoria coherente donde hay un deseo de búsqueda dentro de ciertos parámetros estéticos y de reflexión sobre las posibilidades del medio. Y para eso hacen gala de una libertad creativa nunca vista, con propuestas arriesgadas, no en su producción y ejecución, sino en su concepción cinematográfica. Casi siempre tienen que realizarse saltándose la incomprensión de la jerarquía gremial de la industria y casi siempre corresponde a esfuerzos unipersonales posíbles gracias a las bondades de la tecnología digital.
Hasta el día de hoy, todo este magma de “cine digital” (otra interesante denominación) ha tenido su culminación con la presencia del largometraje Todos vós sodes capitáns, de Oliver Laxe, en el Festival de Cannes 2010. Pero, dónde comenzó todo?
El inicio de todo estuvo en la figura de Alberte Pagán. Va a hacer casi una década que el director de O Carballiño comenzó a hacer pequeñas piezas que anticipaban lo que serían sus obras más relevantes: Bs. As, a Pó de estrelas y a Tanyaradwa. Una trayectoria autodidacta que ha valido como espejo y único referente gallego de las posibilidades de la nueva forma de pensar la creación audiovisual. Pagán fue el referente para aquellos creadores que buscaban en la autogestión la posibilidad de materializar sus filmes sin disminuir, por eso, sus pretensiones creativas.
A otro nível se encuentran los cineastas con formación en las escuelas, casi siempre de fuera de Galicia, que intentan hacerse un hueco en el panorama buscando la validación de festivales y de la crítica menos permeable a los intereses corporativos. En este grupo destaca, como no, Oliver Laxe, caracterizado por la enunciación del proceso artístico, pero también conviene reseñar la alegría desautomatizadora de Vicente Vázquez, la digestión cinéfila de Ángel Santos, la poesía de lo cotidiano de Lara Bacelo, los arrebatos estraubianos de Eloy Enciso, los aspectos existenciales de la forma de Lois Patiño o la crítica lúdica-social de Peque Varela. La mayoría de estos nombres proceden de la diáspora que decidieron regresar e intentar adaptarse a la situación gallega sin por eso doblegar su mirada.
Todos ellos son directores jóvenes pero sobradamente preparados a los que no les tiembla el pulso para apostar por trabajos audaces en los que poner a debate la tesitura contemporánea en la que se mueve el cine. Unas argumentaciones “no-reconciliadas” que no tienen nada que envidiar a lo que se hace en el panorama internacional. Así, vuelven una y otra vez las obsesiones significativas que apuntan al futuro: a la reflexión metalingüística, a las singularidades de la mirada, a la hibridación documental-ficción, a la identidade persoal y a la del territorio, a las valoraciones de los espacios, a la exhortación de la memoria, al artificio de la representación, a la polución artística, a las impresiones del tiempo, a la experimentación formal, a la ironía creativa…
Pero a estas posiciones delanteras recalan, de vez en cuando, otros cineastas del audiovisual mainstreim o de otras disciplinas (Bellas Artes, Música) que proponen obras que participan de estos principios de vanguardia: Cousas de Kulechov, de Susana Rei, Bata por fóra, de Claudia Brenlla, Fatum, de Pablo Millán, Manuscritos Pompeianos, de Marcos Nine… Una zona muy complicada en la que permanecer ya que muchas veces está en juego la propia “supervivencia” de los creadores.
Para terminar me gustaría ser osado. Espero que este texto contribuya a rescatar del olvido a estos autores y sus obras, me gustaría que impulsara nuevos acercamientos y estudios sobre la rica diversidad y calidad que está ofreciendo esta nueva vaga de audiovisual gallego. Como conclusión puedo dicir que estos creadores que hacen de “punta de lanza” son los que pueden sostener mi atrevimiento de que nos encontramos ante los que se puede llamar: EL NUEVO CINE GALLEGO.