Sinais. Alberte Pagán

A pedra do lobo

A pedra do lobo

Por José Manuel Sande

La aparición masiva en los últimos años de autores y propuestas singulares ajenas en muchos casos a las formulas tradicionales del cine realizado en Galicia, combinado con los cambios sucedidos en el entorno global, permiten proteicas reflexiones sobre los elementos que facilitan este joven panorama al tiempo que contemplan la aparición de varias figuras influyentes. En este contexto, sin duda, uno de los autores fundamentales que ejemplifica la vertiente más radical de esta mutación de tendencias es Alberte Pagán (O Carballiño, 1965), uno de los creadores gallegos homenajeados en la actual edición de (S8).

Experto en cine experimental, avalado en primer lugar por ensayos y publicaciones como Introducción a los clásicos del cine experimental (1999), Imágenes del sueño en libertad. El cine de Eugenio Granell (2003) o La mirada impasible. Las películas de Andy Warhol. Primera parte (2007), Pagán firma sugestivos artículos sobre Iván Zulueta y el cine estadounidense experimental de la etapa de los Nuevos Cines (memorable el artículo incluido en el volumen Dentro y fuera de Hollywood) al tiempo que se procura múltiples y fructíferos viajes y amplia su actividad en diversas direcciones. Docente, traductor de Joyce, activista, favorecido por la efervescencia del formato digital -después de poser desde los años 90 del siglo pasado una cámara de 16 mm con la que no llega a tener resultados por resultar caro y complicado-, comienza a desarrollar una notable obra cómo cineasta, siempre fiel a sus postulados.
Autor en sus comienzos de Como foi o conto (2004) y Os Waslala (2005), una corta impregnada de elementos materialistas, una lúcida apuesta, el largometraje Bs. As. (2006), inmediatamente presente en prestigiosos festivales -seleccionada para la sección Llendes del 44ª Festival de cine de Gijón y para Punto de Vista de Pamplona o el festival de Las Palmas-, filtra un elaborado esfuerzo por el que transcurren nociones valiosas cómo vanguardia, identidad o no-lugar. Ubicado desde entonces como francotirador absoluto y muy capaz de ejecutar la distinción entre cine e industria dentro del mapa creativo nacional, Pagán prosigue con firmeza sus exploraciones. En Pó de estrelas (2007) realiza una pieza medida que recuenta el universo entero gracias a un calculado proceso de mezcla de imágenes publicitarias, científicas e históricas.
Tanyaradzwa (2009), premiado en el certamen especializado Play-Doc de Tui, aparece como un trabajo de no ficción experimental, rodado de manera independiente en Zimbawe. Como bien indica su autor, un retrato a medio camino entre uno screen test de Warhol (efluvios del excelente manual publicado en Positivas) y la plasmación de un busto parlante confesional, la mujer de Zimbawe que le da nombre a la película, marcada por el sistemático uso de la pantalla partida. En A pedra do lobo (2011), primer proyecto para el que solicita y obtiene una ayuda pública -en la modalidad de Talento, un campo de experimentación que persiste a consecuencia de las ayudas más rentables de la historia de la autonomía-, el legado experimental se integra en una ficción a modo de viaje existencial por la que peregrinan las huellas de Warhol, Duras, José María Zabala o Bergman. El uso musical, la reiteración, el happening, la metanarración, el recitado y la oralidad dominante, las superposiciones, un dispositivo complejo integrado en una trama narrativa, conjuntan y vertebran posibles nuevos caminos en este filme. En su fusión de componentes y cuestionamento de códigos y categorías, Pagán nunca elude la vertiente militante, muchas veces en curiosa simbiosis entre el panfleto y la iconoclastia, ya sea en su paso por lugares como el Sáhara (Asahra Hurratun, 1999-2009) o Palestina (Unha película por Palestina, 2012).
Eclipse

Eclipse

El ejemplar corto Eclipse (2010) recoge mito, serialidad y manipulación de la imagen añadiendo un placentero sentido lúdico. Pagán recupera las imágenes de una vida en el largo A quem se lhe cuente (2002-2011), regreso a los terrenos de la indagación formal más pura, así como del espacio politico simbólico (los sucesos en torno al Prestige).
La riqueza de su producción emana de las decisiones expresivas. La subversión de toda representación tradicional; la planificación estática; las unidades de duración y los planos sostenidos; el propio concepto como elemento capaz de articular la propuesta; la reivindicación del encuadre como figura tutelar; la progresiva convivencia de rigor y azar; el serialismo y la repetición; la fisicidad palpable; el potencial de las dimensiones espacio-temporales. Buen conocedor de un momento histórico, los años 60-70, en el que evolucionan obras extremas tan versátiles como las de Michael Snow, Jonas Mekas, Bruce Conner, Malcolm Le Grice, Peter Kubelka, Ken Jacobs o Stan Brackhage, lejos de servir de refugio contextual o histórico, el cine de Pagán permite resaltar su singularidad, eclecticismo y riqueza visual. Un cineasta lleno de pasión y erudición, instructivo, por lo demás muy próximo a sus lectores y espectadores.