Entrevista con Ben Rivers y Ben Russell

¿Cómo os conocisteis? ¿Por qué decidís empezar a trabajar juntos?
Rusell: Conocí a Ben en 2006 cuando estaba de gira con otro amigo cercano, también cineasta, Jonathan Schwartz. Fuimos a Brighton para hacer una proyección en el espacio que Ben estaba llevando entonces (fue su última proyección) y una semana más tarde vi sus películas en el ICA en Londres. Curador + Artista = Espíritus Afines. Empezamos a encontrarnos por festivales desde entonces, y decidimos irnos de gira con un programa llamado We Can not Exist in this World Alone dos años más tarde por las Antípodas. Empezamos a hablar acerca de colaborar en cine mientras conducíamos por un brumoso Monte Taranaki en Nueva Zelanda. Nuestro trabajo era lo suficientemente diferente como para que tuviese sentido trabajar en tandem. Para propulsarnos mutuamente a territorios completamente nuevos.
Rivers: Es cierto.
¿Cuáles consideráis las más importantes obras de arte humanas en relación a este “espíritu explorador” que parece guiar vuestros trabajos?
Russell: Últimamente me emociona mucho el Gauguin tardío, en Tahití. Al parecer, tuvo una crisis intentando dar con con la pintura del cambio de siglo, y se fue al Pacífico en busca de una nueva clase de luz; algo más naranja, un poco más verde lima. Esos plátanos que aparecen en sus pinturas son totalmente asombrosos. No es la exploración exótica sino la inmaterial lo que me interesa, sin embargo. En este punto, añadiría a la lista las indagaciones surrealistas de Bataille, el cine-trance de Rouch y los escritos de Huxley.
Rivers: Cuando empecé a hacer Slow Action leí El viaje de Beagle, de Darwin. No diría que es una gran obra de arte, pero está lleno de la emoción y los descubrimientos de una mente joven viajando por el mundo cinco años, intentando comprender las cosas. Es un gran trabajo. Es posible que esté más influenciado por autores que han escrito sobre expediciones desde la seguridad de sus hogares, como es el caso de El día de la creación, de JG Ballard, La narración de Arthur Gordon Pym de Poe, o La nube púrpura de MP Shiel.

Aunque vuestras aproximaciones al cine sin muy diferentes, hay algo que veo en común: una aproximación al paisaje muy centrada en los seres humanos, pero al mismo tiempo con una mirada distante sobre estos seres. ¿Qué os parece esto? ¿Qué pensáis de la etnología, cómo entendéis esta palabra en relación a vuestro trabajo?
Russell: La distancia es seguramente la cualidad menos celebrada del cine. Creo que es algo que ambos intentamos abordar, de una manera u otra, pero que al final parece inevitable. El cine convierte el mundo en algo plano, y necesariamente nos remite a la superficie de las cosas, y esta mirada hacia la superficie-como-significado es casualmente una de las máximas preocupaciones de la etnología. Por mi parte, me gustaría hacer un cine que traspasase esa superficie (o esa cara, o ese espacio) para llegar al registro psíquico que existe detrás de él, cualquiera que sea; lo inefable, lo efímero.
Rivers: El realidad no pienso en la etnología como tema cuando hago películas, pues no me interesa en absoluto caracterizar o comparar humanos de diferentes partes del mundo. Me interesan los humanos a un nivel no científico; me gusta estar con gente y tiendo a hacer films sobre gente con la que me gusta pasar el rato. Dicho esto, a menudo hay una distancia creada en el proceso de rodaje, nunca pienso en que debería estar creando un retrato fiel y veraz. Me interesa la relación entre la gente y el paisaje que han escogido para vivir, y cómo esta relación entre espacio y persona se puede exagerar para explorar, quizás, eso inefable de lo que habla Ben.

Hay algo sobrenatural en el trabajo de los dos. En Rivers, algo que evoca a la ciencia ficción y al final de la civilización, y en Russell, cierta clase de viaje interno y espiritual. ¿Cómo se encuentran estas dos visiones en vuestro trabajo conjunto?
Russell: Son la misma visión, en realidad. Sólo que articulada de diferentes maneras…
Rivers: Exacto. Sólo hay que pensar en el trabajo de  Phillip K Dick para ver cómo esas cosas se fusionan bellamente. Desde el principio de nuestro trabajo hemos estado interesados en la magia inherente al cine, y esto se ha manifestado formalmente de diferentes maneras. Trabajando juntos intentamos llevarnos el uno al otro a nuevas maneras de pensar sobre lo sobrenatural del cine.

Sobre vuestro work in progress, A spell to the ward of darkness,¿cómo empezó esta colaboración? ¿Cómo ha sido trabajar juntos? Se puede leer en la web del Punto de Vista que las tres partes del film están inspiradas respectivamente por trabajos como Chronique d’un été, de Jean Rouch, La Libertad, de Lisandro Alonso, y Sympathy for the Devil, de Jean-Luc Godard. ¿Eso es así?
Russell: Nuestra colaboración empezó como una excusa para pasar más tiempo juntos, hablar sobre cine y construir estructuras para después quemarlas. Ha sido un viaje notable. Uno que ninguno de los dos quiere ver terminar. En cuanto a lo de Rouch-Alonso-Godard, como buenos artistas contemporáneos siempre miramos hacia otros trabajos para alimentar el nuestro. La relación entre ficción y documento, realidad y recreación que existe en esas películas formaron una de las muchas constelaciones que planean sobre este trabajo.
Rivers: El proceso ha sido sorprendentemente sencillo –bueno, si hablamos del lado creativo de las cosas (hemos tenido algunos problemas y tribulaciones en términos de las diabluras de la pre-producción). Compartimos todo en igualdad, desde las ideas para filmar y editar, y las únicas discusiones que hemos tenido se han dado cuando yo tenía hambre. No estoy seguro de que hayamos hablado realmente de Sympathy for the Devil, a veces estas cosas vienen después para ayudar a contestar preguntas. Diría que Milestones, de Robert Kramer, es de lo que más hablamos.

Ben (Russell) me decía que habéis estado en Vanuatu el año pasado para trabajar en otro proyecto paralelo. ¿Qué nos podéis decir acerca de esto?
Russell: Ganamos un premio en  FIDMarseille que nos dio para pagar el combustible de avión necesario para ir al Pacífico Sur un tiempo. La atracción de los cultos de carga, los volcanes activos y el positivismo americano fue ultra magnético, así que terminamos rodando suficiente película como para hacer una serie de trabajos que pueden ir haciéndose eco los unos a los otros durante un tiempo.
Rivers: Con A Spell… habíamos puesto en marcha una forma de trabajar que significó ponernos de acuerdo con respecto a todo en el film, Con las películas de Vanuatu esto fue un poco más abierto. Viajamos juntos, compartimos el mismo espacio y a veces la misma cámara, pero rodamos lo que a cada uno personalmente sintió la necesidad de filma, y las diferentes ediciones apuntan hacia la subjetividad de las construcción a partir de una experiencia compartida. El punto es que hay innumerables maneras de responder al mundo, y de, a partir del material subsiguiente, formar esos nuevos mundos que existen en el cine.