Méliès a la sombra de un títere
“A la sombra del títere”, o lo que es lo mismo, Manuel Anxel Rodríguez, será el encargado este año del Mini (S8) con un taller (el domingo 9 de junio a las 12.oo h. en los Jardines de Méndez Núñez) en el que el ilusionismo del cine se funde con el universo del teatrillo de marionetas. El espíritu de Méliès, a través de Rodríguez, se enfunda el guante de polichinela en una sesión infantil (rematada con una proyección de películas de Méliès para los más pequeños) que promete dejarnos boquiabiertos.
¿Cómo surge tu interés por el títere? ¿Cómo entras en este mundo?
Como todo gran amor, por puro accidente físico-químico.
Invitado por una amiga, invitada por un titiritero ruso, invitado a Titirimundi, el Festival Internacional de Segovia, fui a caer allí hace 5 años. Allí, en sucesivos espectáculos, me fui sumergiendo en un mundo paralelo. Propuestas de todo tipo: pequeñas, grandes, grandiosas, mínimas…, luminosas, grises y hasta tétricas…, de guante, hilo, de dedos, objetos, varilla, gatillo, mecanismos complejos y delirantes, magia con globoflexia, malabares y equilibrios sobre un piano de cola en vertical…, textos de Shakespeare o de Jodorowsky, historias sin texto, puro ritual, musicales, silenciosas, clásicas, vanguardistas, reciclajes electrónicos, frikadas absolutas…, ¡qué sé yo! Descubrí su potencial dramático, su utilidad como herramienta teatral, y su espíritu salvaje.
Todo sea dicho, en una ciudad y con gentes volcadas con el festival que, ya entonces, echaba raíces de más de veinte años. El acontecimiento cultural y artístico del año. El títere vino a mí. Me infectó, y vuelvo año tras año. Y si bien ya hacía algo de teatro y cuentacuentos, después de esa primera visita volví a Coruña con la tontería titiritera puesta, y ya entré en contacto y aprendizaje con Carlos Clemente y Danthea Teatro, con quienes participé y me involucré en estos años, satisfecho y agradecido.
Por lo que sé, tú mismo elaboras tus títeres y la escenografía, ¿nos puedes contar más sobre ese proceso? ¿Cómo nace un títere, cómo lo construyes y cómo nace su personalidad?
Bueno. “A la Sombra del Títere” nace de varios intereses. Uno de ellos es el títere humanoide de manipulación directa, como formato y técnica de partida. Otro es la investigación como autor en todos los campos o facetas artísticas, incluida la elaboración de los títeres a partir de personajes reales o soñados. Y en cuanto a la escenografía, la pauta es adaptar e integrar el entorno de cada representación, con una escenografía lo más limpia posible o, incluso, vacía. Un títere nace de ti. Al menos, en un proyecto de autor como éste. No lo discutes ni con tu compañera. Aunque de discusiones también puedan nacer títeres. Nace de esa parte de tu personalidad que no se ve, oculta debajo de ti, agazapada esperando su momento y buscando su lugar. Es tu “oscuro pasajero”, como diría Dexter. Con quien mantienes esos interminables diálogos internos que ocupan el 85% de tu tiempo, de tu día a día. Tal vez más. Porque mientras duermes, es él y sólo él quien escanea el ordenador de tu cerebro inconsciente. Y archiva, borra, mueve, crea nuevas carpetas… Tú, ahí, ni pinchas ni cortas. Y sí. Por si no ha quedado claro, sueño con títeres. Despierto, también.
¿Qué relación tiene, en tu opinión, el mundo del cine y el mundo del títere? ¿Utilizas elementos o recursos cinematográficos en tu trabajo, te inspira el cine de alguna forma?
Son vertientes de una misma necesidad evolutiva, como lo fueron las pinturas rupestres: nuestra necesidad de representar la realidad, ya sea para comunicarla, recordarla o incluso, mejorarla. Para lo cual nació, tal vez, la ficción. Vale que algunas ficciones más bien masacran y fusilan la realidad, pero sociópatas hay en todo gremio o profesión. Otra relación ya es más direccional, en la línea temporal. Los títeres fueron antes, mucho antes, como lo el teatro en general. Y el cine los ha utilizado como recurso dramático, instrumento o género de animación. Ejemplos muy conocidos, Dentro del laberinto o Los Teleñecos. En televisión, los mismos Teleñecos, Spitting Image o Los Guiñoles. La relación a la inversa es más compleja, creo yo. Sin duda, hay actores, películas y personajes del cine con gran potencial para ser llevados a los títeres. Pero es que también estamos anclados en formatos y vicios muy clásicos. Me refiero a Galicia. Recuerdo un montaje alemán, de hace dos años, con titiriteros manipulando marionetas y escenas en mesa, que apenas veías nada, pero lo estaban grabando con cámaras en mano y lo veías en tiempo real, en una pantalla en lo alto. ¡Una película de animación, encima del espectáculo! ¡Flipante! Y uno valenciano, mucho más simple, pero en la misma línea. Montajes franceses que usan tecnología reciclada, pantallas de subtítulos, etc…
Ya sé. Dinero. Y que eso supone invertir. Pero no es sólo eso. Aquí dinero hubo. Ya no hay tanto. Pero lo hubo. Y sacamos poquita cosa. Creativa, poca. Tal vez no invertimos tiempo en investigar. Y no arriesgamos, en lo creativo. Y eso nace de la curiosidad, como la ciencia. Pero el funcionamiento empresarial y la dependencia de la burocracia no son creativos. Sin duda que el cine me inspira. Visionar, no sólo el de títeres, o el de animación. Pero ir a la filmoteca del CGAI para descubrir el cine de títeres y stop motion de Svankmajer, pues abre las pupilas, claro. Mirarse al ombligo, lo justo.
¿Cómo has enfocado el trabajo con respecto a las películas de Méliès para el Mini (S8)?
Pues como un juego. Es un taller. Sé que es lo más práctico. Para un niño, claro. Para nosotros, adultos, es lo menos práctico. Caótico, a veces. Pero cuando quiero ser práctico, descanso del mundo de los títeres. Para eso hay otras cosas. Comer y dormir, por ejemplo.
En este caso, veo dos posibilidades, complementarias: Una, el ilusionismo de Méliès. Es decir, esta cabeza que ahora está sobre mis hombros, ¡tachán!, ya no está aquí, ni existe, ni se la espera. En su lugar, una nota musical, un libro, una mano o el vacío. La otra, los trucos de Méliès. Que los asistentes sean vehículos partícipes en la cuestión. Y no es quitarle magia al asunto. Es sólo que, en un taller de teatro y títeres en vivo -y al aire libre-, el tiempo y las posibilidades de montaje son, digamos que más limitadas que en el cine de Méliès.
Luego, lo unimos a las pelis de Mélìes que van a continuación, ¡y santas pascuas!
¡Las dos caras de la misma moneda!
¿Qué se encontrarán los niños que asistan a esta actividad?
¡Ay!, si yo lo supiera…
¿Lo especial del teatro y del directo, tal vez?
Como niños y niñas que serán, de edades, bondades y personalidades bien diferentes, algunos serán parte activa y otros no, como en la vida.
Pero lo único “casi” seguro es que será divertido.
Eso no se me da del todo mal…