Las catedrales invisibles de Joseph Cornell
Por Jonas Mekas

¿Cómo escribir sobre las películas de Joseph Cornell? ¿Dónde encontrar tanta gracia, tanta ligereza, tal falta de pretensión, tal claridad? Mi máquina de escribir está aquí, delante mío, y es real. El papel, las teclas son reales. Busco las palabras, letra por letra. Para rendir tributo a un gran artista.

Una de las cosas más asombrosas de la obra cinematográfica de Cornell –y él es el primero en señalarlo, en recordármelo– es que hay otras personas envueltas en la realización de sus trabajos, ya sea fotografiándolos o montándolos. Pero cuando uno los ve (nueve de ellos fueron exhibidos en los Archivos de Antología Cinematográfica, el fin de semana pasado), las mismas e inconfundibles cualidades cornellianas los distinguen a todos. Hablé con Stan Brakhage, que se ocupó de la cámara de algunas películas de Cornell, y me dijo que, en efecto, él había sostenido la cámara, pero sólo había sido un medio que seguía todas las indicaciones, los movimientos, las sugerencias que hacía Cornell: Cornell no tocaba la cámara, pero ejecutaba cada uno de los movimientos que hacía Brakhage, filmaba cada una de las escenas. Rudy Burckhardt, que fotografió un buen número de películas de Cornell, relata la misma experiencia.

Sí, este invisible espíritu de un gran artista se cierne sobre todo lo que hace: un cierto movimiento, una cierta cualidad que se impone sobre todo lo que toca. Cuando entra en contacto con el público, esta cualidad se eleva de su obra, como una bruma dulce, y nos alcanza a través de nuestros ojos, de nuestra mente. La bruma de Cornell (el arte es el opio del pueblo…), la fragancia de Cornell es única y, a la vez, muy simple, muy humilde. Es tan humilde que no es de extrañar que sus películas hayan pasado inadvertidas a través de las sensibilidades más burdas de los espectadores, las sensibilidades de aquellos que necesitan un bombardeo intenso y estruendoso de sus sentidos para percibir alguna cosa. Las películas de Cornell son la esencia de la película casera. Tratan de cosas que están muy cerca de nosotros, cada día y todos los días. Pequeñas cosas, no cosas grandes. No nos habla de la guerra, de emociones tormentosas, de encuentros o situaciones dramáticas. Sus imágenes son mucho más simples. Ancianos en los parques; un árbol lleno de pájaros, una niña vestida de azul, mirando a su alrededor en la calle, con mucho tiempo entre las manos; agua que gotea en la superficie de una fuente; un ángel en los cementerios, de rostro dulce, debajo de un árbol, una nube pasa sobre sus alas. Qué imagen. Pasa una nube, tocan ligeramente el ala de un ángel. La imagen final de Angel es, en mi opinión, una de las metáforas más bellas que ha producido el cine.

Las imágenes de Cornell son todas muy reales. Aun cuando han sido sacadas de otras películas, como en Rose Hobart (1936), parecen adquirir el don de la realidad. La irrealidad del Hollywood es transportada a la irrealidad cornelliana, que es, a su vez, extremadamente real. He aquí una evidencia del poder del artista para transformar la realidad eligiendo, escogiendo sólo aquellos detalles que corresponden a algún movimiento sutil o visión interior, a un sueño. No importa lo que filme, ya sea una realidad totalmente “artificial” o fragmentos de una realidad “auténtica”, las transforma paso a paso en nuevas unidades, en nuevas cosas, en cajas, collages, películas, sin que haya otra cosa en el mundo que se le parezca. He visto estas películas en proceso de tomar forma en el estudio de Cornell, a través de los años, mientras las creaba, o quizás mientras se organizaban desde el sueño de la materia terrestre, de cosas que la gente tira, o a las que no presta atención o pasa sin mirarlas dos veces, dándolas por sentadas –ya sea una bandada de pájaros, o el ala de un ángel, o una muñeca melancólica en el escaparate de una tienda–, la gente siempre se interesa por las cosas importantes…

Ah, pero no me interpreten mal a causa de lo que escribo sobre las pequeñas películas de Cornell ni por la aparente simplicidad de las películas en sí. No crean ni por un momento que son el trabajo de un artista “casero”, de un aficionado al cine. No, las películas de Cornell, como sus cajas, como sus collages, son el producto de muchos años de trabajo, de coleccionar objetos, de pulirlos, de atesorarlos. Crecen, como crecen ciertas cosas en la naturaleza, poco a poco, hasta que llega el momento de darlas a la luz. Como todo lo que hace Cornell. Como su estudio, como su sótano. Allí, en su sótano, me detuve a contemplar, asombrado, toda clase de pequeños objetos en increíbles cantidades: marcos, cajas, carretes; pequeños objetos misteriosamente apilados y fragmentos de cosas, sobre las paredes. Las mesas, las cajas, en el suelo, en bolsas de papel, sobre las sillas y los bancos; donde quiera que mirara veía cosas misteriosas que crecían poco a poco. Algunas solamente acababan de nacer, uno o dos detalles, un trozo de fotografía, el brazo de una muñeca, otras habían alcanzado una etapa más adelantada e incluso otras estaban casi terminadas, casi respiraban (sobre la mesa había un montón de objetos que una niña había dejado caer cuando visitó el estudio, hacía varios meses, y Cornell no los había tocado: pensaba que la creación era perfecta); el lugar parecía un mágico invernadero de flores y capullos de arte. Y allí estaba el propio Joseph Cornell, caminando dulcemente entre ellos, tocando uno, tocando otro, o quitándoles el polvo –el jardinero– para que crecieran y se convirtieran en frágiles, omnipresentes, sensibles, sutiles, perfecciones.

Una vez tuve la necedad de preguntar a Cornell las fechas exactas de terminación de sus películas. ¿Cuándo fue hecha Cotillion (1938)? ¿Cuándo fue hecha Centuries of June (1955)? No, dijo Cornell, no me pregunte las fechas. Las fechas atan las cosas a ciertos puntos. Por cierto, ¿cuándo fue hecha? En algún momento…, hace muchos años… ¡Y allí estaba yo, un necio, haciendo una pregunta estúpida! ¡Las fechas! El arte de Cornell es independiente del tiempo, a la vez en su proceso de convertirse en arte y en lo que es. Sus obras –ya sean sus cajas, sus collages, sus películas– tienen el don de estar situadas en alguna región suspendida del tiempo, como si fueran extensiones de nuestra “realidad” en otra dimensión donde la misma pudiera fijarse. Nuestras dimensiones vienen y van; las dimensiones de Cornell permanecen y siempre pueden volver a ser tocadas por la sensibilidad de aquellos que contemplan su trabajo. Sí, espacios, dimensiones. No es sorprendente encontrarse en la obra de Cornell tantas cosas relacionadas con la geometría y la astronomía. Esto se debe a un intento de reencontrar nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestros sueños, nuestros estados de ánimo, en otra sutil dimensión desde donde puede volver a reflejarse en nosotros en el lenguaje musical de las esferas.

O como las niñas, las niñas extemporáneas del arte de Cornell, que son ángeles o criaturas, en todo caso están en esa edad en la que el tiempo queda suspendido, deja de existir. Las ninfas no tienen edad y tampoco la tienen los ángeles. Una niña de diez años, vestida de azul, en un parque, sin nada que hacer, con mucho tiempo entre las manos, mirando a su alrededor en un sueño sin tiempo.

¿Dónde estaba? Hablaba de las películas de Joseph Cornell, o al menos, pensé que hablaba de ellas. Hablaré de ellas por mucho tiempo. No hay muchas cosas sublimes como éstas a nuestro alrededor para que podamos hablar de ellas. Sí, se habla de catedrales, de civilización. ¿Cómo se llama? ¿Profesor Clark? Las catedrales de hoy, donde quiera que estén, son muy poco imponentes, muy poco dignas de atención. Las cajas, los collages, las películas caseras de Joseph Cornell son las catedrales invisibles de nuestro tiempo. Es decir, casi invisibles, como todas las mejores cosas que el hombre puede hoy encontrar: son casi invisibles, a menos que se les mire.

8 super 8: DVD + libro, pasado presente y futuro del cinematógrafo que cabe en un bolsillo

8 super 8 super 8 super 8 super 8 super 8… El año del loop del infinito, los 8 años que celebra el super 8 son los que han incitado esta publicación que sacamos a la luz con gran alegría, recordando las ediciones pasadas, y pensando en las que vendrán. 8 super 8 es una publicación especial del (S8) que continúa y amplía una línea ya presente en algunas ediciones pasadas, y gracias a la que editamos fanzines como Una tarde con Caldini, New Paintings by Ken Jacobs y la traducción del libro de Daïchi Saïto Moving the Sleeping Images of Things Towards the Light. En esta ocasión el formato se amplía y se despliega por dos vertientes: por un lado, un DVD con los retratos de muchos de los artistas y programadores que han pasado por el festival, hechos en super 8, y que por primera vez verán la luz en un montaje especial para la ocasión. Desde la primera edición en la Cárcel, hasta la del año 2016, hemos ido recolectando recuerdos e impresiones en super 8 de muchos de ellos, siendo el mismo acto de retratar también un gesto de intimidad con los retratados. Es, por tanto, una hermosa colección de recuerdos captados de la mejor forma que podemos pensar, lejos de las prisas y la inmediatez, y cercana al azar, al trabajo paciente y a la acción del soporte fotoquímico.

La segunda vertiente de la publicación es un libro, en el que se ha invitado a colaborar a personas que trabajan o han trabajado en (o en torno al) super 8. Una invitación a escribir, dibujar o expresar en fotogramas una suerte de carta de amor al formato, y a la relación de cada uno de los colaboradores con él. Es así como la publicación recoge desde historias personales y vitales hasta ejemplos de escritura automática, colecciones de citas, dibujos, collages, textos recuperados (como el manifiesto de George Kuchar) o pequeños homenajes privados (esa es la razón por la que el libro se cierra con 4 fotogramas del Arrebato de Zulueta). Desde personas que han estado en el festival, hasta otras que nos gustaría tener aquí en un futuro, o autores que, aunque ya no estén entre nosotros, quisimos tener por la resonancia de sus trabajos en nuestras vidas. Todo un colorido mosaico de impresiones únicas, especiales, y en un 90 % inéditas, que junto con el DVD constituyen para nosotros un particular recuerdo a la vez que un estímulo para el futuro.

8 super 8 podrá adquirirse en nuestra sede central durante los días de la Mostra (a un precio especial), y luego esperamos sacarlo a la venta por internet y por algunas librerías selectas del país.
Presentación publicación 8 super 8. Miércoles 31 de mayo a las 13 horas en la Sala de Prensa de Afundación.

En el set con Murnau

Lotte Eisner recogió en su libro sobre Murnau las impresiones de Robert Herlt, que fue (junto a Walter Röhrig) el diseñador de los decorados de Fausto. Aquí seleccionamos unos extractos de las mismas que dan una idea de la fascinante personalidad del genio.

Un día recibí una nota invitándome a ir a ver a Murnau, que entonces estaba haciendo una película en los estudios de Tempelhof, cerca de Berlín. Cuando entré en el estudio, me sorprendió la tranquilidad que reinaba, pues en los días del cine mudo era costumbre construir los decorados al mismo tiempo que se rodaba, y normalmente había un montón de gente hablando a gritos, curiosos que pasaban por ahí y que nada tenían que ver con el rodaje. Pero allí no se veía a nadie más que al cámara y a uno de los actores, Alfred Abel, y también, en la oscuridad y en un aparte, a un caballero alto y delgado con una bata blanca de trabajo, dando instrucciones en voz muy baja. Ese era Murnau.

(…)

Murnau dijo una cosa que jamás olvidaré. “El arte”, repetía a menudo, “consiste en eliminar cosas. Pero en el cine sería más correcto hablar de ‘enmascarar’. Pues cuando tú y Röhrig sugerís crear luz dibujando sombras, el cameraman debe también crear sombras. ¡Eso es mucho más importante que crear luces!”
Y cuando Carl Hoffmann iluminó el primer decorado de Fausto, Murnau dijo: “Ahora, ¿cómo vamos a conseguir el efecto del diseño? Aquí hay demasiada luz. Todo tiene que ser mucho más sombrío”.
Así que los cuatro nos pusimos a tratar de recortar la luz, con pantallas de 23 cm de ancho y 50 cm de alto. Las usábamos para definir el espacio y crear sombras en la pared y en el aire. Para Murnau la luz se convirtió en una parte de la dirección propiamente dicha del film. Nunca habría rodado una escena sin antes “ver” la luz y adaptarla a sus intenciones. Hoffmann ha hecho un uso magistral, desde entonces, de lo que surgió de todos y cada uno de los experimentos de Murnau.

(…)

Aunque él mismo no era un técnico, Murnau, un “Rafael sin manos”, sabía lo que era posible conseguir. Y todo se hacía realidad simplemente porque él insistía en ello, y porque nos estimulaba para que fuésemos capaces de hacerlo. Creo que su calma imperturbable en el estudio se debía no solo a su sentido de la disciplina, sino a que poseía una pasión por el “juego” en sí mismo que es necesaria y esencial para cualquier actividad artística. Por ejemplo, construí un aparato de humo para la escena del cielo del prólogo de Fausto. El humo salía de numerosos tubos contra un telón de fondo de nubes; proyectores de luz de arco colocados en círculo iluminaban el humo para hacer el efecto de rayos de luz. Se suponía que el arcangel debía pararse en frente y alzar su espada refulgente. Lo hicimos muchas veces, y cada vez salía todo perfecto, pero Murnau estaba tan absorto en el placer de hacerlo que se olvidó del tiempo. El humo siguió fluyendo a través de los rayos de luz, hasta que el arcangel –Werner Fütterer– estuvo tan exhausto que ya ni podía alzar la espada. Cuando Murnau se dio cuenta de lo que pasaba sacudió la cabeza y se rió para sus adentros, y nos dio a todos un descanso.

Nunca había conocido a nadie que disfrutara más del extraño oficio de hacer películas tanto como Murnau, aunque se tomara su trabajo intensamente en serio.

Gala de inauguración
Fausto, de Murnau, sonorizada en directo por la Orquesta Sinfónica de Galicia

Fausto, la que fuera la última película hecha en Alemania de F.W. Murnau, en su versión restaurada por Luciano Berriatúa, será la obra maestra del cine mudo que este año inaugurará el (S8) el próximo viernes 26 de mayo en el Palacio de la Ópera. Sonorizada por la Orquesta Sinfónica de Galicia, que en 2017 celebra sus 25 años. Un aniversario significativo, como para el (S8) es alcanzar ese número 8 que su nombre lleva en honor a las películas de pequeño formato. La OSG esta ocasión contará con la dirección de José Ramón Encinar y con las intervenciones de la soprano Ilduara Perianes y la mezzosoprano María Rivera. La partitura que interpretará la Orquesta es la compuesta por el zaragozano Jesús Torres, galardonado con el Premio Nacional de Música en 2012, y cuyos trabajos han recorrido las más prestigiosas instituciones y festivales del mundo.

Bajo la sombra de Mefisto
“La película empieza con la más notable y turbadora imagen jamás creada por el claroscuro alemán. La caótica densidad de los planos de apertura, la luz surgiendo de entre la niebla, los rayos que atraviesan el aire opaco, quitan en aliento… Ningún otro director, ni siquiera Lang, consiguió conjurar lo sobrenatural con tanta maestría. La ciudad entera parece ir desapareciendo bajo los vastos pliegues de la túnica de un demonio (¿o es una gigantesca nube baja?) a medida que las fuerzas diabólicas se preparan para devorar los poderes celestiales. La cámara de Carl Hoffmann da a la parte terrenal de film un modelado extraordinario y tiene el poder de impregnarlo todo, hasta la tela de un traje, con satanismo…”. Así habla Lotte Eisner (cineasta y autora de uno de los más importantes libros sobre el expresionismo alemán, La pantalla demoniaca) de la fotografía de Fausto, que junto con la dirección de arte –decorados y trajes– ayudan a dar forma al terror y a la oscuridad expresionista del film.

Fuertemente influenciado por el tiempo que pasó en la compañía teatral de Max Reinhardt, para quien figuras como el noruego Edvard Munch diseñaron decorados, Murnau da una imagen pictórica a esta versión de la leyenda tradicional alemana. En principio, un Fausto según la adaptación de Goethe, pero que Murnau aprovecha para subvertir roles (el de Gretchen, la mujer, culpable, por ejemplo, a la que redime), para hacer una crítica velada a la religión, e incluso para introducir bromas –como es el caso de la apuesta entre el arcángel y Mefisto con la que se abre el film. Aunque con una filmografía temática y estéticamente heterogénea y dispar (recordemos que el mismo hombre es responsable de films como El último, Amanecer, Nosferatu y Tabú), Murnau supo inventar y explorar como pocos las posibilidades del cine mudo, cuando era apenas un medio recién nacido.

Las múltiples caras de Fausto
Fausto fue una superproducción en medio de una Alemania sumida en la crisis después de la guerra perdida, posible gracias a los compatriotas que triunfaban en los Estados Unidos gracias a la máquina de sueños. Figuras internacionales en la época fueron los protagonistas del film: uno de los más grandes actores alemanes, Emil Jannings (El ángel azul, El último) encarnó a un icónico Mefisto; la leyenda del teatro sueco Gösta Ekman jizo las veces de Fausto; completan el reparto personalidades como William Dieterle, la estrella de cine mudo Camilla Horn y la bailarina del Moulin Rouge inmortalizada por Toulouse-Lautrec, Yvette Guilbert.

Su naturaleza y su destino era la distribución internacional, y por esa razón la película fue filmada con varias cámaras a la vez, con la idea de producir copias suficientes para el mercado al que aspiraba. De ahí surge la particularidad de la versión restaurada que tendremos ocasión de ver. Luciano Berriatúa (en una colaboración de la Filmoteca Española con el Federal Film Archive of Berlin, el German Institute for Film Studies y la Friedrich Wilhelm Murnau Foundation) fue el encargado de esta restauración, fruto de una minuciosa investigación y una mirada rigurosa. Al iniciar el proceso, Berriatúa descubrió varias versiones de la película procedentes de ocho negativos distintos, consecuencia de la práctica habitual en las superproducciones de la época de la que antes hablábamos, ocasionada por la precariedad de los materiales de la época, que dificultaban la copia de negativos. La restauración se hizo a partir de las tomas y los encuadres con las que Murnau hizo el montaje estrenado en Alemania en 1926, en un intento por permanecer lo más fieles posible a la visión de Murnau.

Escuchando a Fausto
Creada en 1992 por el Ayuntamiento de A Coruña, ciudad en cuyo Palacio de la Ópera tiene su sede, la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) es una de las agrupaciones orquestales de mayor proyección en España además de una marca internacional con seguidores en los cinco continentes. En su discografía, editada por importantes sellos como Deutsche Gramophon, Sony, EMI, DECCA, Koch, Naïve, BMG y Arts, figuran nombres como los de Juan Diego Flórez, Kaori Muraji, Peter Maag, Antonio Meneses, Iván Martín, Manuel Barrueco —con quien ha sido nominada al Grammy 2007 por el mejor álbum clásico del año—, María Bayo, Plácido Domingo, Juan Pons o Ewa Podles entre otros. Una orquesta premiada con la Medalla de Oro de la Real Academia Galega de Belas Artes y es Premio Cultura Galega da Música 2010, y que interpretará en directo la banda sonora de Fausto.

La partitura elegida para la ocasión es la de Jesús Torres. Una partitura estrenada en 2009 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, y que es una obra de creación por derecho, más allá del simple subrayado y de la música incidental, cuya ambición la equipara con una ópera o una sinfonía. Torres, que estructura su pieza en nueve movimientos, utiliza estrategias como el contraste, una estructura ascendente y un especial uso de la voz humana para dar una dimensión personal y autónoma a su obra, que consigue brindar una nueva experiencia estética y abrir una nueva dimensión en el film de Murnau.

FUNCIÓN: Viernes 26 de mayo. 20:30 h. Palacio de la Ópera, Glorieta de América s/n, A Coruña.
DURACIÓN: 119 minutos
ENTRADAS: A través del Servicio de Venta de Entradas de //ABANCA, por internet las 24 horas del día (entradas.abanca.com) en el teléfono 902 43 44 43 hasta 24 horas antes de cada espectáculo, de 8 a 22 horas de lunes a sábado. La compra por teléfono e internet está sujeta a los gastos de gestión que aplica //ABANCA. La Taquilla de la Plaza de Orense, de lunes a viernes, excepto días festivos, de 9.30 a 13h. y de 16.30 a 19.30h. Y en la taquilla del Palacio de la Ópera, el mismo día de la representación de 11 a 14h. y de 17h hasta el comienzo del espectáculo.

Objetos y apariciones: especial found footage en el (S8) 2017

The Midnight Party, de Joseph Cornell

La edición número 8 del (S8) dedica su foco especial al found footage y la apropiación, tomando como inspiración la figura del surrealista estadounidense Joseph Cornell, y que incluye focos a figuras como Luther Price, Cécile Fontaine y Barbara Meter, así como al propio Cornell cineasta, guía y “santo patrón” de esta edición.

“Objetos y apariciones” es el título de un poema de Octavio Paz dedicado a Cornell, del cual citamos algunos fragmentos:

Hexaedros de madera y de vidrio
apenas más grandes que una caja de zapatos.
En ellos caben la noche y sus lámparas.
(…)
Slot machine de visiones,
vaso de encuentro de las reminiscencias,
hotel de grillos y de constelaciones.
(…)
El reflector del ojo mental
disipa et espectáculo:
dios solitario sobre un mundo extinto.

Las apariciones son patentes.
Sus cuerpos pesan menos que la luz.
Duran lo que dura esta frase.

Intentando extender la idea del encuentro fortuito hacia varios campos de acción en el trabajo con material ajeno apropiado, la programación se despliega por varias vertientes. Dentro de este bloque, por supuesto, se dedicará una sesión a los trabajos de found footage de Cornell hechos entre los años 30 y 40. Desde la pieza que se considera pionera del cine de metraje encontrado, Rose Hobart, a las películas finalizadas por Larry Jordan (que fue su asistente desde finales de los sesenta) y que bucean en el mundo de la infancia, una de los temas predilectos de Cornell.

Sodom, de Luther Price

Pero hay más. Luther Price estará por primera vez en España trayendo dos sesiones de sus películas y una exposición. Price, con una vida azarosa marcada por la desgracia, lleva desde los 80 lidiando con la violencia y el trauma en sus películas. Un autor polémico (una de sus películas incluso provocó el despido de un programador) que funde sordidez y belleza en películas de super 8 y 16mm que remonta, pinta e incluso entierra durante meses en su jardín para jugar con los efectos de la decadencia, usando materiales encontrados como películas de operaciones quirúrgicas, films porno o películas domésticas e institucionales. Una particular forma de trabajar que hace que de la mayoría de sus películas no haya copias: solo existen los originales, que él mismo trae y proyecta, y que veremos por primera vez en España en exclusiva en el (S8). La exposición de Luther Price estará compuesta por sus collages, montados en marcos de diapositiva, en los que incorpora trozos de película, pintura, polvo e incluso insectos, y que son su línea de trabajo actual.

La Pêche Miraculeuse, de Cécile Fontaine

Cécile Fontaine también formará parte de esta edición especial “Objetos y apariciones”. La cineasta francesa (nacida en el departamento de ultramar de la Isla de la Reunión) estudió en los Estados Unidos, donde empezó a trabajar en los años 80. Utilizando toda clase de recursos domésticos (desde cinta adhesiva a lejía, jabones y objetos punzantes), Fontaine elabora collages fílmicos en los que bajo distintas temáticas trabaja con el color y las propiedades gráficas de la tira de celuloide de 16mm y de super 8. Sus películas son toda una invitación al viaje: las hay con temática marítima, sobre Japón, sobre seres microscópicos, sobre cascadas, sobre comidas familiares. Usando películas domésticas (propias y ajenas) y films publicitarios de todo tipo, Fontaine elabora collages visualmente apabullantes. Además de la sesión dedicada a su cine, podremos ver también expuesta tiras de película de uno de sus originales, a través de la cual entenderemos y apreciaremos sus métodos de trabajo.

Song for Four Hands, de Barbara Meter, cortesía de la artista

No solo las imágenes encontradas, sino los sonidos encontrados componen esta edición especial. En ese sentido, la cineasta y curadora española residente en Nueva York Mónica Savirón recupera y muestra el trabajo de la holandesa Barbara Meter (cuyas películas se verán por primera vez en España), que trae en un programa en el que también pueden verse piezas suyas de apropiación en las que el sonido es pieza clave. Para Meter, que ha sido un agente fundamental de la vanguardia holandesa, el sonido es una de sus herramientas de expresión fundamentales. Desde sonidos de la naturaleza a voces de actores tomadas de películas, grabaciones musicales o de radio (que mezcla y manipula) pueblan sus films, cuyas imágenes están compuestas de metraje propio, fotos familiares y documentos que Meter trata a través de la impresora óptica (sistema de refotografiado y copiado de celuloide). Sus películas, recientemente restauradas por el EYE Film Institut (la filmoteca holandesa) se proyectarán en 16mm y 35mm, en una sesión rematada por dos trabajos de Savirón en los que utiliza materiales encontrados, y en los que el sonido tiene un papel crucial.

Engram of Returning, de Daichi Saito

Dentro de “Objetos y apariciones” habrá también dos sesiones dedicadas a trabajos recientes de found footage, en un programa doble llamado Oficina de objetos perdidos. Autores como Dianna Barrie, Daïchi Saïto, Janie Geiser, Pere Ginard y Sebastian Wiedemann, entre otros, componen la variada selección, muestra de muy distinta maneras de trabajar con materiales encontrados, en celuloide y en vídeo.

Potamkin, de Stephen Broomer

Completa el bloque de “Objetos y apariciones” el estreno en España de Potamkin, del joven cineasta canadiense Stephen Broomer (a quien se le dedicó un foco el año pasado en el festival), suerte de biografía del crítico de cine de principios de siglo XX Harry Potamkin a través de las películas sobre las que escribió, que Broomer manipula a través de diferentes procesos químicos y de copiado.

EXPO LIO 92, de María Cañas

Además, en el apartado expositivo se dará un repaso a esta temática, con trabajos de Cécile Fontaine, Luther Price y la sevillana María Cañas, que traerá su videoinstalación Risas en la oscuridad, que recoge un cúmulo de triunfantes femmes fatales, así como algunas de sus videoguerrillas recientes. La llamada Archivera de Sevilla, a través de una cascada apocalíptica de imágenes, es adalid de lo que ella misma llama “risastencia”, en un trabajo tan combativo como excesivo, con un característico y negrísimo humor.