El cielo en la Tierra: manifestaciones de lo inefable
Abordar la sensualidad, lo sensorial de este mundo para alcanzar otro. Moldear la luz, a través de una cámara, para lograr entrever el más allá. Utilizar las cadencias y el sonido para alcanzar un nuevo estadio de la consciencia que nos permita tocar lo inaprensible, entrever el espíritu de las cosas. El cielo en la Tierra es un ciclo que reúne a cuatro creadores de vanguardia americanos cuyo campo de estudio se mueve por estos terrenos: Zoe Beloff, Nathaniel Dorsky, Robert Beavers y Phil Solomon. El cine, que es luz, sonido y cadencia, se revela para ellos como el medio más idóneo para intentar esbozar cómo es lo que se escapa a nuestra comprensión, y para materializar lo inmaterial. Para recrear el cielo en la tierra.
Nathaniel Dorsky es un auténtico asceta del cine, que lleva en activo desde 1964. Dorsky, quien acaba de ser premiado en el Festival de Rotterdam, publicó en 2003 un libro que bien puede explicar su filosofía, su complejo y meditado modo de hacer: Devotional Cinema. Todo un tratado sobre la relación del arte y la salud, del potencial de transformación que tiene el hecho de ver películas, así como de las limitaciones del cine que depende del “ornamento del lenguaje”, pues el lenguaje puede describir el mundo pero no verlo. Dorsky vive, pues, en el incansable intento de materializar, por medio de la luz y la cadencia del film (acompasando la velocidad emocional con la velocidad fílmica de la película al pasar por el proyector) lo que no se puede tocar ni explicar. Un estado hipnótico, el que crea Dorsky, que conduce hacia el misterio de lo cotidiano.
Zoe Beloff, por su parte, se considera una medium, un punto de conexión entre la vida y la muerte, entre lo real y lo imaginario. Beloff se adentra, con su obra, en el terreno de lo inconsciente, utilizando como paradigma las investigaciones psiquiátricas y los documentos clínicos fotografiados y filmados de la enfermedad mental a lo largo de la historia, y poniendo en escena ella misma recreaciones de estados mentales y espirituales que se mueven entre los límites de la cordura y la fantasmagoria. Esta artista escocesa afincada en Nueva York utiliza cintas de película, proyecciones estereoscópicas, performances, medios interactivos y dibujos en su búsqueda dentro de las profundidades ocultas de la mente humana. Conecta la tecnología arcaica con los medios digitales, dando lugar a una obra fascinante y no exenta de humor.
Phil Solomon vive y trabaja en Colorado. Su amigo y colega Stan Brakhage, con quién Solomon ha
colaborado en cuatro películas, solía referirse a Solomon como “el mejor cineasta de su generación”. Solomon utiliza la luz y las texturas de una manera tan sorprendente, que se diría que es capaz de asignar relieve a un elemento en principio bidimensional como es la película. La indagación en la memoria desdibujada que se tiene de la propia infancia, paraíso perdido, es uno de los motores de su obra, así como la relación con la materialidad de los espacios. Phil Solomon lleva creando films líricos e inquietantes desde 1975, y enseñando en la Universidad de Colorado desde 1991.
El director afincado en Europa Robert Beavers tiene una idea del cine que bien entra dentro de este juego de bucear en lo que no es evidente. Según sus propias palabras, así concibe Beavers el cine: “Alcanzar la verdad en un instante; volver al instante y encontrar en la imagen la verdad: es una maravilla que aparece de lo no-visto previamente. La imagen proyectada nos muestra ésto”. El poder revelador de la imagen, la luz, el color y la arquitectura del cine, el diálogo con la tradición del arte europeo y la propia interacción de Beavers con las imágenes que filmó en el pasado (desde el lejano 1967 en el que empuñó una cámara por primera vez) son partes indisolubles de su obra. Una obra llena de belleza visual y texturas auditivas que explora la percepción y lo recóndito del mundo sensorial.
El cielo en la Tierra aúna, con estos cuatro autores imprescindibles e innovadores, cuatro formas de explorar la espiritualidad y el inconsciente, de manifestar lo inefable. Un ciclo cuyos protagonistas y obras iremos desgranando en futuros posts.
Ciclo comisariado por Garbiñe Ortega y coorganizado por el (S8) Mostra de Cinema Periférico, La Casa Encendida y el CGAI.