En busca de la Metrópolis perdida

Fritz Lang, a mediados de los años 20, imaginó y creó una fábula distópica sospechosamente parecida a la realidad, ambientada en el por entonces lejano año 2000. Hablamos, claro está, de Metrópolis. Paradójicamente, no es hasta pasada la primera década de este siglo XXI, en esencia muy parecido a la visión del capitalismo que ofrecía aquella película, cuando por fin la podemos contemplar en su esplendor originario, perdido desde los días de la Segunda Guerra Mundial. Algo que da una medida del alcance del acontecimiento, pues ya quedaban muy pocas personas vivas en el mundo que hubiesen visto las imágenes perdidas antes de su hallazgo.

La versión que se conservaba de Metrópolis hasta hoy era la versión americana, recortada por la tijera del puritanismo pre-Macarthista.  La segunda Guerra Mundial y la fragilidad del material de los rollos -de nitrato, material autocombustible- hicieron que todas las copias de la versión original, estrenada por Lang en 1927, se perdieran. Y se creían perdidas irremediablemente, después de innumerables pesquisas, hasta que un historiador de cine argentino, Fernando Martínez Peña, ató cabos a partir del relato de un restaurador, que le contó que había tenido que aguantar con sus propios dedos la cinta en un pase de Metrópolis -por el mal estado del material-, «durante las dos horas que dura la película». Peña sabía que, aunque efectivamente el film original era más o menos de esa duración, la versión que se conserva en todo el mundo era más corta, así que puso en marcha un mecanismo por el que se han acabado recuperando las escenas perdidas del mítico film de Lang.

La cinta disponible en el Museo del Cine de Buenos Aires efectivamente, había sido importada directamente desde Alemania y no desde Estados Unidos. Es así como los argentinos, hasta 1973, fueron los únicos en el mundo en contemplar la versión íntegra de Metrópolis. Un hallazgo sensacional, difícil de creer en un principio para la Cinemateca Alemana, en un principio reticente por la cantidad de alertas falsas recibidas en el pasado.

Veinte minutos más de película, que añaden pinceladas clave que testimonian aún más valores dentro de esta obra maestra: la fuerza de la historia de amor, la lucha de clases y el erotismo, neutralizados en la copia de la que disponíamos hasta ahora. En 2008 fue cuando se halló el metraje perdido que, después de ser sometido a un impecable proceso de restauración, llega hasta nuestras pantallas, ofreciendo una nueva dimensión de este clásico de la vanguardia europea. Todo un acontecimiento, que el (S8) acerca a Coruña, y que se podrá ver en todo su esplendor en una proyección de lujo, con el acompañamiento en directo de la partitura original del film interpretada por  la Orquesta Filarmónica Ciudad de Pontevedra.