Guy Sherwin tiene una máquina del tiempo

Guy Sherwin, una de las figuras más significativas del cine performativo, hará una visita al (S8) con doble aliciente: por un lado, la proyección de las piezas cortas “al uso” de su filmografía. Por el otro, el acontecimiento en el que se podrá asistir a una de sus sesiones de cine en directo.  Algo que, sin duda, romperá esquemas con respecto a lo que puede hacer una película.

Para Sherwin, tener una cámara, y/o un proyector, es como tener una máquina del tiempo. Poder volver a ver, y darle la mano, al “yo” de hace 30 años, saltar a un lado y a otro de la línea con gracia y ligereza, volver a proyectar en el mismo espejo los mismo árboles que antes estaban allí, y daban una particular sombra, y ahora puede que no estén, o si.

Recoger la luz y las impresiones del hogar hace 20 años, y procesarlas hoy. Estar en constante diálogo con las luces y las sombras que ya fueron, manipular y orquestar los brillos y las siluetas, interpretándolas como quien pulsa las teclas de un piano lumínico. Un juego en el que un joven de los 70 lanza una pelota a un hombre maduro en 2011, que la recoge y se la vuelve a pasar.

Los filmes de Guy Sherwin son capaces de hacer todas estas cosas, diluyendo las barreras temporales, y convirtiéndolas en una obra de una plasticidad apabullante. La cualidad pictórica quizás se explique por la formación de Sherwin, quien a finales de los 60 estudió pintura en la  Chelsea School of Art. Algo que se completó, empezando a ensamblar al Sherwin cineasta, con el aprendizaje de revelado en la London Film-Makers’ Co-op (hoy LUX).

La búsqueda de Sherwin como cineasta se mueve, así, en varios campos que pueden trabajar por separado o cooperar. Es así como en piezas como Flight (1998) o Filter Beds (1998), Sherwin se dedica, eminentemente, a hacer un estudio de las posibilidades pictóricas de la luz y la naturaleza ayudado por la simplicidad y el grano que contiene el claroscuro de la película en blanco y negro. Mientras, en piezas como Views from Home, a través de metraje grabado en 1987 y en 2005, a la exploración del fenómeno lumínico se une el del paso del tiempo, echando mano, además, del stop motion y del montaje de sonido. Unifica, además, dos periodos de tiempo haciendo un continuo de una tardes separadas cronológicamente. Algo que conecta, sin duda, con su trabajo performativo, en especial con las obras que tendremos la ocasión de ver: Paper Landscape y Man in Mirror.

Un corredor de fondo de la vanguardia que, además incorpora reglas casi a modo de juego como premisas en sus filmes: es el caso de su Short Film Series, de las que van 27 (la meta es llegar a 40). O manipula el sonido con luz, y multiplica los proyectores como en el caso de su performance en colaboración con Lynn Loo, End Rolls (2009). Fascinantes trabajos de todo un referente del arte en Inglaterra desde hace 40 años que tendremos, durante unos días, en Coruña para mostrar su obra.