Laboratorios analógicos del mundo, ¡uníos!

FilmLabs

Pensado como encuentro abierto al público, el Focus on Artist-Run Film Labs de esta edición del (S8) ofrece la ocasión de conocer el trabajo de algunos de los más interesantes laboratorios analógicos autogestionados por artistas del mundo. Además de hablar de sus formas de trabajo cooperativas y su funcionamiento, se proyectarán algunas piezas allí producidas. Hablamos sobre su experiencia en ellos con Nicolas Rey, de L’Abominable (París), Malena Szlam, de Double Negative (Montreal), Juan David González Monroy, de LaborBerlin y Klara Ravat del WORM-Filmwerkplaats (Rotterdam).

¿Cómo os implicásteis con el laboratorio?

Nicolas Rey: L’Abominable fue fundado en 1996 por una decena de cineastas (Emmanuel Carquille, Denis Chevalier, Samuel «Pip» Chodorov,  Anne-Marie Cornu, Anne Fave, Jeff Guess, Miquel Mont, Yves Pelissier, Laure Sainte-Rose y yo mismo) que habíamos estado trabajando en el taller MTK de Grenoble el año anterior. Después de un año de existencia, el taller MTK estaba saturado de peticiones de gente de París, Ginebra, Bruselas, de Nantes, de El Havre, etc., que querían venir a trabajar con nosotros. De modo que organizamos una gran reunión en la que dijimos: “no podemos acoger a tanta gente en nuestro pequeño laboratorio, pero si queréis os podemos ayudar a montar laboratorios en vuestras ciudades, pues sois bastantes en cada lugar como para conseguir al menos un lugar donde trabajar y donde tener un equipo de revelado mínimo”. Así nació una red de laboratorios en Francia, Bélgica y Suiza a la que llamamos «Ebouillanté».

Juan David González Monroy: Yo vine a ser parte de LaborBerlin en el 2010 después de haberme trasladado de Nueva York a Berlin. En Nueva York, Anja, mi compañera, y yo, llevábamos unos años trabajando con 16mm y Super 8 y, una vez en Berlín, empezamos a buscar gente que estuviera trabajando con película. A través de amigos nos topamos con LaborBerlin, que para ese momento llevaba más o menos un año en Stattbad Wedding, una piscina pública desocupada que ha sido convertida en estudios para artistas y colectivos. Al ver lo interesante que era la estructura y la propuesta que estaban adelantando nos hicimos miembros y desde entonces realizamos nuestros trabajos en el laboratorio y trabajamos con los demás miembros para mejorar y desarrollar el espacio.

Malena Szlam: Luego de terminar mis estudios de Bellas Artes, partí de Chile en el 2006 a Montreal para comenzar un Master en Studio Arts en Film Production. Ahí conocí a Daïchi Saïto, el primer día de clases… lo que fue el inicio de años y años de amistad. Estábamos estudiando en el mismo curso, el mismo año. Una tarde, al terminar las clases, tomamos las bicicletas y me llevó a Mile-End, un barrio de Montreal en donde él vivía. En esos días alguien se quedaba en su casa, Guy Sherwin. Double Negative lo había invitado para presentar una performance en la Sala Rossa y una proyección de sus películas en el cine Excentris. Así fue como llegamos a su casa y para gran sorpresa mía (ya que no me había dicho nada) me encuentro parada frente a este edificio de ladrillos con graffitis en los muros, una puerta que abre, una escalera que subo, un pasillo con docenas de afiches de cine pegados que transito y frente a mis ojos un estudio lleno de equipos de cine analógico (decenas de proyectores de 16mm y de Super 8, impresoras ópticas, películas colgando por todas partes, numerosos rollos de película, mesas de edición Steenbeck, etc…). Yo que en esa época me daba por construir proyectores transparentes de 35mm hechos de piezas encontradas de proyectores de diapositivas y de cine, ¡quede trastornada! ¡Esa era su casa!

Klara Ravat: Entre el 2009 y 2013 estuve viviendo en La Haya, donde fui a estudiar a la academia de arte (KABK). A finales del primer curso uno de nuestros profesores, Joost Rekveld, nos informó sobre el taller que Robert Todd iba a dar en el Filmwerkplaats. Ahí tuve mi primer contacto con WORM, Esther Urlus y el Filmwerkplaats. WORM me pareció un sitio muy interesante, un lugar desenfadado con gente muy maja trabajando, así que poco a poco fui siguiendo más y más talleres, y visitando el laboratorio para mejorar mis trabajos.

Para vosotros, ¿qué es lo más importante del colectivo, y qué os ha aportado?

NR: Digamos que hago películas más o menos sólo, en una soledad a veces relativa, y a veces completa; pero por contra, está el placer de la aventura colectiva, de una herramienta común, de una herramienta que pasa de mano en mano, que dirigimos y hacemos evolucionar juntos.

JDGM: Para mí lo más importante del colectivo es que presenta una alternativa frente al modo comercial o industrial de producir trabajo audiovisual. En general, es una alternativa que busca situarse en contraste a las estructuras más arraigadas de la producción de cine. Nuestro objetivo es crear un espacio colectivo, sin jerarquías, donde cada miembro puede crear sus propios trabajos de manera independiente y con el apoyo de los demás miembros sin tener de por medio intereses comerciales o monetarios. Claro está que este es un proceso lento y difícil y con muchos obstáculos  pero todo el tiempo estamos trabajando con nuestro objetivo en mente, que es tener mayor independencia y por ende mayor libertad. Por otro lado, para mí personalmente, el poder trabajar en el laboratorio me ha permitido crear una relación directa con el material de mi trabajo, en este caso la película en si misma, lo cual va en contra de las tendencias contemporáneas de la producción industrial, donde la alienación que tenemos de los mate
riales y de los medios de producción es cada vez más profunda.

MS: Ha significado un punto de encuentro para mí, una comunidad con ideas afines en cuanto a  la creación y difusión de cine como arte de imagen en movimiento, ya sea este cine avant-garde, experimental, performance o instalación, donde también las premisas de intercambio y colaboración han hecho que evolucione tanto el grupo como también cada individuo que forma parte de este proceso. Un espacio único en donde las ideas fluyen y los recursos para crear están a la mano. Y sea lo que falta, uno se las ingenia o se fabrican.

KR: Me parece muy importante que el colectivo se centre en el uso del celuloide, desde Super 8 a 16mm y 35mm, que tenga y mantenga la maquinaria, así como cámaras y proyectores para poder seguir trabajando con este medio en peligro de extinción (o en peligro de convertirse en un lujo). También es importante, aunque de forma menos visible, el fácil acceso al laboratorio, que el equipo de miembros siempre tenga los brazos abiertos a gente que quiera iniciarse en el cine experimental o que quiera aprender o mejorar algunas técnicas. El método de producción dentro del Filmwerkplaats es muy interesante, uno siempre puede trabajar individualmente aunque en los dos últimos años hemos trabajado en proyectos comunes. Ir al lab y saber que va ha haber alguien  atareado con las mismas metas, con quien poder comentar lo que haces y ayudarse mutuamente es muy valioso, uno aprende muchísimo de los demás, y siempre es muy interesante ver en que están  ocupando su tiempo los compañeros.